Hemos cosidos nuestros anhelos al rugir del tiempo.
Hemos echado nuestra suerte a las heladas.
Hemos de transcurrir como lo hace el agua
no se detiene a contemplar la mañana.
Andaba buscando nombres
me encontré con la lluvia de noche.
Percibí el cauce que lleva el hilo al arenal
Salobres lágrimas retorcidas por las heladas.
Versos al clamor del cuchillo
ungir de relámpagos.
Tenía ganas de cantarle a la tarde a
los mansos surcos a las flores machucas
a las gargantas escurridas.
Adormecida en las manos
el doble filo de la azada.
Pronto han de despertarse los brazos en la huerta
el impulso de las venas
se aprestan a la primavera.