Agoto mis
ansias,
en el silencio
de tu voz,
tu mirada
lo dice todo,
solo que yo
estoy ciego,
y no veo,
lo que no
quiero ver,
como un necio,
y sigo
sin gozar,
la miel de
tu boca,
me cuesta
creerlo,
pero para ti,
no existo,
y meditando,
busco mi
destierro,
en soledad,
como un paria
que la vida,
lo vapuleó
sin piedad,
hoy te vi,
y sonreíste,
más no me
alcanza,
pues fue
un instante,
luego te
alejaste,
dejando
triste mi
corazón,
que te ama,
adónde iré
a parar,
aún no lo sé,
quizás,
con las
primeras
luces del
alba,
encuentre
una senda,
para iniciar
otra vida,
en un mundo
donde no ame,
a quien no
debo amar,
porqué tu,
y bien que
lo respeto,
ya tienes dueño.
Víctor Bustos Solavagione