Golpeadas por la sequía
tus gentes huyen, calor sofocante
y kilómetros de desierto a cuestas.
Con todo su equipaje,
dos atados de tela descolorida
sobre su cabeza,
su prole pegada a ella
con sus ojítos caedízos
con sus pies desnudítos.
Sequía devastadora
años de guerra intolerable y hambre.
Y, ¿Dónde refugiarse?
Un circulo eterno de devastación
sin agua y alimentos
y obstáculos de rebeldes armados
para la llegada de
ayuda urgente humanitaria.
Acapararon sus tierras
inversores extranjeros
expulsando de ellas
a los campesinos, sus dueños.
Ahora producción de grano
para otros y especulación financiera
encareciendo los alimentos.
Y cómo seguir indiferente?
Y qué hacer de nuevo,
tapar los ojos,
los oídos?
Mirar a otros lados?
Seguir con la dosis severa de anestesia para dormir,
para no sentir y no enterarte de nada...?
24-7-2017