Te fuíste,
sin el comulgar
de mis sueños,
sin los arranques
y el eco
de mi risa;
sin los anhelos,
que daban vida
a tu silueta
de papel mojada;
sin el segundo
que calmaba
tu piel ardiendo,
sin el hecho
contundente
y los viajes
en un instante.
Te fuíste,
sin el andar
de mis pies...
ansiosos de locura.