Aquí, sobre mi escritorio,
siento caer las horas,
minuto a minuto,
segundo a segundo,
sobre el mar del silencio…
Unos libros nevados
de tantas horas en blanco,
unas susurrantes palabras
que nunca han oído el llanto
de mi interno canto.
Solamente tú, a lo lejos,
en un recuerdo,
iluminas mi pensamiento.
Quizás no esté del todo cuerdo;
pero escribo lo que siento
en esta mañana de cuento…
Las doce en un reloj.
La emoción en el teléfono.
La ilusión en una cita.
La lluvia en el cristal.
La sonrisa en tus ojos.
¡Todo vale más!