Querido:
Te escribo con palabras incorrectas,
ya no pienso esconderlas.
Te escribo con buenas intenciones,
aunque mi nombre no mensiones.
Ahora que te sé perdido,
entiendo que nunca fuiste mío
y no es cosa de sorprenderse,
pues no supe retenerte.
Querido,
siempre me diste un buen motivo
para quedarme,
olvidando los miles más para alejarme.
Me gustaba esa sensación,
que generaba nuestra canción
que al bailarla
nos despertaba el alma.
Querido mío,
de ti me despido.
Fue grata tu compañía,
pero no siempre ha de ser mía.