En actitud defensiva,
aquella parte orgánica,
vanagloriada e insolente,
por todo ser existente,
abre sus puertas.
Una parte escuchando todo con creces,
otra exhalando fechorías.
Insolente sin razones,
consumiendo a todo ser que se te acerque,
dejando florecer,
seres sorprendentes.
Luego te lamentas,
¡Perdon grandisimoDios!
y
Olvidas las malezas,
con sonrisas y flores
comienzas a querer gustar
pero dejando un recado
de tu dichosa maldad
¡Por el sarcasmo caerás!
pero como dicen;
no soy quien para juzgar,
como alma noble;perdón acepto,
deseando, observando y equilibrando
aquel órgano incesante
de no caer en el metódico fango otra vez.