He visto pasar,
a una mujer de larga cabellera.
He visto su mórbido semblante,
aquellos lunares que conforman
largos años de un navío perdido.
Aquellos oscuros cabellos,
que desconciertan
a cualquier poeta embriagado,
moribundo y errante.
No rindo culto
a su belleza ambigua,
más me ha deslumbra su desdicha incierta.
Agobiante está su alma,
indeseada por los que no la leen
ni aprecian sus líneas marchitas.