Yo sentí tu aliento en mi cuello
nuestros cuerpos cantando sudor
un gentil e inacabable temblor
que puso en mi saliva el sello
Y en aquel amasijo de besos
aspiro de tu aliento mi nombre
y no hay nada que me asombre
en nuestra agonía de amor posesos
¡Qué alegoría de amor nuestro!…
qué divina mezcla de icor y piel
y sé que he sido zafia e infiel
aún cuando de ello defenestro
Porque no eres quien reposa en mi pecho
y yo he puesto tu voz, tu mano y tu piel
infiel de mi, derramando tu icor y miel
en quien me mira, inocente y satisfecho