Aquel día
Intuitiva el alma rebuscó en la hora;
el anhelo en sus ojos escondido.
Vienes y vas, ¿qué habrás perdido?
Preguntó la noche y alegó la aurora.
Yo quería, predecible, seductora;
mostrarle mi rincón más atrevido.
Acunar sueños, invocar el nido,
sepultar miedos, ¡yo, soñadora!
Agridulce miel, beso que provoca;
ciego instinto revela su semblante.
Estremecida huye cual una loca.
Entonces fue, por el sí anhelante;
sometida y firme besó su boca.
De gozo inmóvil, quedó la amante.