De no tenerte
escarbaría entre las escamas
alguna bocanada.
Le robaría al gris
una flor otoñal.
Urdiría contra el día y la noche
y escaparía por el firmamento,
bajo el filo de un lucero.
De no tenerte sería feliz.
Del suplicio no hay huella,
porque aprendí a verte
con los ojos de la libertad.