De un encuentro repentino,
Nació la flor de nuestra amistad,
Nació el respeto y el cariño,
Nació algo cálido, muy especial;
Nos divertíamos como niños,
Los dos jugábamos sin parar...
Te tropezaste, diste un grito,
Y a mis brazos fuiste a dar…
Yo te miré, tus ojos lindos,
Vieron los míos sin parpadear,
Entre miradas descubrimos
No ser amigos, ser algo más…
Luego tus labios humedecidos
Y entreabiertos pude besar,
Y no te miento, que los latidos
Del corazón pude escuchar…
Hoy me pregunto amor mío,
¿A quién le debo tu tropezar?
Tú sin dudar, que fue el destino,
Y yo, que fue un favor celestial…