5o.Reyes

EL SOL..

 

MARZO DEL 2010

 

ROBERTO REYES CORTES.

5º.REYES.

 

EL SOL.

 

Sol quemando el horizonte que calcinado arde,

espalda arañada por postrera garra de una nube,

que no conoce la brisa, porque ajena y distante,

se hundió desierta olvidando el beso de la lluvia.

 

Serás el mensajero

del agua que del norte

vaya a llenar los secos

 acuíferos del monte,

 

Acude con premura

de nuevo a la tierra sedienta.

que extinguió en hogueras

de fuego, el hombre.

 

Se el rayito vivo

de sol parido a diario,

en las tiernas piernas

de la negra noche,

 

Levanta las ojeras

Enjaezadas de tus añejos sueños,

 para clavarlas en el lomo

vegetal de las montañas.

 

Enciende en silencio

tus motores,

para lanzarte a la tierra

 con el alba,

destellando

tus brillantes ojos

con sus rubios resplandores.

 

Devuelve la vida

 al hombre y a los peces

 que mueren congelados

por la nieves

 en las cumbres

del camino destrozado

cuando el agua de

 los ríos crece.

 

Cobija del frio que entumece

al desnudo peregrino.

 

Sol que enojado

 vuelca el caudal de enojos

en el brillo  incomparable

de esos ojos que miran la tierra

 donde la lumbre pasa.

 

Camina poco a  poco

 y abre su ventana,

preparando el viaje matutino

 adonde llegará mañana.

 

Sol infinito que espera

la noche tachonada de luceros

trasnochada en la blancura

 de las nubes.

 

Aguarda con ternura

 a la luna que danza

su sueño enamorada

cantando una canción.

 

Revienta en cirios que nazcan

del vientre abultado de la tierra

y recoge los frutos  amorosos

en el regazo tibio de la alondra.

 

Siempre impenitente

 que huyes en la niebla arrodillada,

en sonidos sorprendentes

 del viento que viene correteando

en la última cascada

 

Viajas en las aguas

que brincan con dulzura

en el verde matizado de los árboles

vestidos de esmeralda.

 

Eres como la calma

en el fondo de mi alma.

 

Sol que mirara cantar

 Aquellas risas y rezos

 como fieles reflejos,

rezados en los confines.

 

De los añejos maitines

De iglesias de los pueblos

 en sus fiestas, que vibran

los  domingos en las plazas

 abiertas y festines.

 

Sol aquel,

que al nacer vieron mis ojos

como clara luz primera

y que estará sobre mí

todos los tiempos

a partir del día final,

cuando me muera.

 

Sol querido que nace cada día,

para vivir sus ensueños

entre los ocultos caminos

de verdes frondas de aliños

de los paisajes alteños.

 

En la lejana distancia

como el sol impertinente

que penetra por mi puerta

recordando que la aurora

es consulta de quehaceres

o de enigmas sin respuesta.

 

Viajarás toda la noche

 para vivir en el campo

de los poemas y del viento,

engarzados  con el tiempo.

 

A partir de la alborada

hasta la hora de puesta,

el nuevo sol es la fiesta

con los coros de una orquesta.

 

bordando con madrigales,

a las trampas abismales

a que el tiempo nos enfrenta.

 

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