Wellington Rigortmortiz

* Ciudad de Dioses

 

La ciudad, es mi jaula

con desoladas noches

y lluvias ácidas, en ella,

pasean miles de almas

rodeando mi humanidad,

cae la niebla

tan segadora y fría

ajusticiando mis pensamientos,

es solo un laberinto cruel

ocultando con su dolor

el rastro de tu cuerpo.

 

Espejos de odio reflejan

una desquiciada tristeza

sin llanto que observar,

ángeles de acero

y hombres de hielo

son los sentimientos

sobre los recuerdos suicidas,

un corazón de carbón

extinguiendo su flama azul

en aliento entrecortado

al pronunciar tu nombre,

mi inocencia

se torna promiscua

ante la mirada

de niñas confundidas

en cada esquina,

traicionadas, abandonadas

por todos sus dioses,

los espectros, creamos

nuestro propio olimpo

mientras sin caminar

las calles se deslizan

bajo nuestros pies.

 

Sin retorno a casa,

tu brújula se marchita

entre mis manos,

la brisa húmeda,

semeja el roce de las tuyas

por mi rostro áspero,

amor y caricias no olvidadas,

pasión, dolor, soledad y silencio,

recuerdos que guardo

en el alma, encogen mi pecho;

ciudad de oro

con huéspedes de barro y sal,

prisión de las almas,

ataúd de mis sentimientos,

hogar de mi inaprensible amor,

sin catedrales, sin templos

donde pueda yo acudir

a mitigar mi desesperación.