Desde mis ojos cerrados
aspiro
la tibieza de tus formas
en un largo y profundo suspiro
que se supina
en el valle de tu vientre.
Subiendo hacia tu pecho escucho
el tam tam
de tu corazón agitado
y electrizado de tu aliento
te siento repegada en mi piel,
transmitiendo vida.
Y hasta entonces te miro,
embelesado en la mirada
que me traga, y por eso
cada noche nueva pierdo los sentidos
para poder reencontrarlos...
en tu cuerpo…