Rafael Panamá

El día de la boda ...a Sandra Amador

 

 

Bailan las campanas anunciando el día,

las aves ondean por el torreón jugando,

marcando mil figuras, con sus alas hacen

letras que dibujan tu honra en el cielo

azulado, espacio que hoy es solo tuyo y

de tu amado, donde se inscribe la fama

de sus nombres, el de él, el de ambos.

 

Los recuerdos llegan a mí de aquello años

de tu infancia, jovial, alegre, mostrando tu

carácter de niña rebelde e indomable, donde no

existía más ley que la tuya, tu fémina personalidad

que hoy es parte de tu esencia y que te ha

forjado para convertirte en un ícono de aciertos

que expresan en todo momento dulzura y alivio.

 

Hoy es ocho de Julio, un día que quedará por

siempre inscrito en el calendario de tu vida,

donde dejarás de ser mi niña querida, para

convertirte en la mujer amada, la mujer que

caminará por el sendero de la dicha y la

felicidad, con armonía vibrante, donde solo se

escuchan melodías cariñosas de dos almas,

 

no sé si gemelas, pero se que ambas abrazan

esa pasión acuciante por amarse, ese ritmo de sus

voces melódicas, joviales, harmónicas y sonoras,

de risas amorosas que se conecta con la mirada,

con un clamor vehemente que recorre distancias,

pero que siempre regresan a ustedes, a su nido,

donde habitan el anhelo y el futuro de sus vidas.

 

Hoy caminas silente, altiva, perteneciente al amor,

con esa energía que te da la vida cada día, con ese

glamur y la sonrisa que reflejan tus labios de Diva,

con la ilusión de una doncella buscando el paraíso,

con la mirada puesta en lo desconocido, consciente

de que andas hacia el camino bendito, porque nace

tu nueva vida, lo sagrado, el candor de lo divino.

 

Rafael Antonio Panamá Sánchez