M istica eres ¡oh mujer de belleza inefable!
A dmiro la pureza de tu versado corazón;
R uego a Dios que bendiga tu ser agradable
I nmarcesible, etéreo; ¡cruel tentación!
A sí quisiera recorrer tu cuerpo dormido
D eslizar mis manos sobre tu tersa y prohibida piel
E so pido…
¡J actarme de poseerte, amarte y serte fiel!
E ntonces, te daré irreverente mi alma abierta
S abiendo que ¡dormida te amé! aunque te asombre
U n tonto yo; porque tú, al estar ya despierta:
S ueñas otro amor y amas otro hombre.
M uchacha bella pon tu corazón en mi
Olvida ya tu pena inmerecida
¿N o ves que te amo con frenesí?
¿T arde llegué acaso al umbral de tu vida?
E stoy con el alma extasiada
N irvana intangible ven mis ojos
E s el elixir fastuoso de tu mirada.
¡G énesis eres de mis antojos!
R adiante creación divina, epicúrea de manifiesta grandeza
O bservo maravillado, atónito tu inmarcesible belleza.