Gauss y las lámparas del infierno
El viaje había comenzado muy temprano en el día
ahora el cielo ya se teñia colores de la puesta del sol,
el cochero, los caballos y el único pasajero
necesitaron donde pasar la noche
Al llegar a un pueblo el cielo había tomado el color de azabache,
nubes de tormenta habían usurpado el crepúsculo,
un rayo cayó , iluminando por un momento el aguacero,
volviendo la carretera en lodo
Al entrar la posada el calor y el humo le saludaron,
de otra manera que las miradas desconfiadas
de los fumadores de pipas de arcilla,
y el gato desapareció en la oscuridad de un recoveco
El sueño del jóven matemático fue muy inquieto,
cual el cielo redoblando y se despertó al oír
el repique de una solitaria campana y el murmullo
de gente de prisa en dirección a la pequeña iglesia
Con curiosidad se vistió rápido a correr escaleras abajo
ya lo largo de la calle de guijarros, siguiendo
los aldeanos ya tomando asiento en los bancos
a escuchar la proclamación de pavor del reverente
“Tengan cuidado , el nigromancia está de nuevo de ronda,
por allá en la ciénaga pantanosa donde las lámparas del infierno
iluminan la entrada al necrópolis de Hades,
a guiarles a las almas perdidas de los muertos”
Los gritos de miedo resonaron por el campanario,
asombrado por la ignorancia común,
Gauss interumpió el pronóstico del sacerdote
para explicar el fenómeno de las luces misteriosas,
siendo ellas reacciones químicas y nada a temer
Mientras el alba abría sus alas sobre el horizonte,
el jóven Gauss continuó su viaje con desánimo,
sabiendo que no había logrado convencer los aldeanos,
todavía supersticiosos y apretando fuerte sus escapularios
NOTIFICACIÓN DE LA RED: El intento inicial a explicar científicamente las causas de ´ignis fatuus´´ (fuego fatuo), hizo el físico italiano Alessandro Volta en 1776, cuando descubrió métano.