Las olas del mar chocando contra las rocas
de mis dedos…
Se pierden desesperadamente en la frialdad
de tu mirada
mientras que el chapoteo del agua
al esconder juega
entre mi boca muda y tus palabras de rechazo.
Los restos sobrantes de nuestro naufragio
se esparcen como esqueletos podridos
por la arena dorada que cada noche
cubre con su manto de sal
la mágica desnudez de nuestros cuerpos.
Sentado en una esquina de mis pensamientos
rumio los bellos recuerdos de aquellos días
en los que en cada beso
nos parecía tocar las mejillas del universo.