El whisky rebelde,
sangre que bebo,
el cigarro de tiempo
está ya por extinguirse,
en las sombras todo es nada,
la fatalidad no tiene cabida
y la muerte se baña en saliva.
El silbido del viento,
tenue, dulce,
anuncia el fugaz
momento de conciencia,
la guitarra dolorida,
la mano necia,
el sonido persistente
en la memoria.
Sin "de repente"
todo sigue siendo nada,
agachada la mirada
se levanta,
y no hay nada,
apuesta de lo incierto
en la mañana,
grito mudo, desespero...
los minutos en el cenicero.