A VECES LAS MIRADAS...
A veces las miradas se nos tornan puñales,
hirientes como dagas traspasan nuestra piel
hasta lo más profundo; como un río de hiel...
para dejar el alma ensartada en sus males.
A veces las miradas brillan como canchales
en días de verano, dorados como miel.
Y nos llena de vida la mirada de aquel
que nos viste de amor y de dicha a raudales.
Yo no quiero miradas que me hieran el alma,
las quiero como espejo de cariño y de calma
de dulzura infinita y de amor sin medida...
Si alumbras mi camino con tus bellos luceros
colgaré de su luz, amorosos te quieros
y tendrás mi mirada a la tuya rendida.