Ocultando detrás de una sonrisa
el rictus amargo
que se dibuja en los labios fríos
de mi alma…
Cada mañana recojo los huesos
rotos de mi soledad
y los planto en una maceta
de esperanzas
esperando con la ilusión
del amante celoso
que, en algún momento
las heridas que te alejaron de mí
cicatricen.
Que tus caricias broten de nuevo
en tus manos
como brotan las rosas en primavera.