Marañones en sus típicos colores: Rojo y amarillo, son los frutos del suelo mío. Cubeta en mano procedíamos a recoger los más carnosos; aquellos que la punta les faltaba, con la semilla me quedaba para saborear la nuez que tostada cambiaba su color en la brasa roja, aspirando el oleoso aroma que al quemarse despedía. Aquellos, que los pájaros picaban eran dulce manjar que en el sitio saboreaba. Cuidado con la blusa!!! mamá me decía, acabará marrón si una gota se desliza. Los rojos son deliciosos, de aquella huerta, los más sabrosos; su piel parece de muchacha sonrojada, cuando juega bajo la lluvia con su cara remojada. Ah! Los amarillos, los huelo y recuerdo las palabras del abuelo: –“Allí en ese suelo recogerás los frutos que con empeño la lluvia del año pasado se ha guardado-“, para florecer en febrero y tú disfrutarás del primero en marzo postrero. A la huerta de los Archilas; los paseos matinales obligada cosecha debías apurarte, porque algún tunante con su matate lleno aparecía. Los tiempos han cambiado mi madre y yo no madrugamos a esos marañonales….. pero siempre disfrutamos algunos de estos astringentes frutos vamos recordando aquellos momentos “reales”.
©Mirna Lissett Carranza Archila