Quien venga con las manos limpias, y abrace
con los brazos que te atrapan… y bese con
la boca de su fuego, y ame con las lías
que te lían y te atan… y conceda
el refugio de su vida y no mire
sólo con los ojos, sino con el iris
transparente de su alma… y sea alquimista
de deseos y pasiones, sembradora
de acaricias y pintora de destellos
de alboradas…, vendrá de compañera en
mi barca, para remar por las aguas de
este mundo en que vivimos y mirar
las estrellas de la noche… para morir de
amor hasta que amanezca, abrazados
a la luz del alba.
Quien se vista con jazmines y amapolas,
y se muestre transparente y sin esquinas,
y se suba en el carro de la paz y del
amor… y enarbole la bandera de la
vida y allane mis senderos y caminos,
y siembre en mis campos la esperanza, y
destierre de mi vida la incerteza, la
zozobra y el dolor… dormirá en mi cama
por la noche, escuchará el grito de mi
sangre, el susurro de mi alma, el latido
de mi corazón.
Autor: Francisco López Delgado.
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