Musa que no puedo alcanzar,
que me persigue
y me rechaza,
que me estruja
y alisa
sobre las flores de un cerezo canoso.
Tus pestañas:
olas.
Puta entre mis letras y acrílicos,
que duras lo que tu risa estruendosa
y un cigarrillo,
y mueres cada madrugada
en cada rezo.