Ernesto R. del Valle.
Desde las miradas de esta mujer,
los pájaros levantan vuelo hacia el horizonte,
donde el azul corta en dos el sueño de una nube.
Desde su estatura, los labios van besando
el oleaje de su cuerpo, mientras madura en ella
el fruto que se abre en la tarde
y sus manos se alocan ibuscando!, iBus cuando!,
como borrachas de arena y salitre.
Esta mujer baja sus párpados para ocultar
los otros pájaros que van en fuga
hacia la llama de su pecho
y ya no puede, ya se rinde a pierna abierta,
a cláusulas del vientre que se agita
y senos erguidos buscando las rutas del viento,
porque ya no hay de dónde sostenerse,
sino de la invisible aldaba del órgasmo
que lanza a esta mujer de miradas
como pájaros en vuelo,
hacia las constelaciones de galaxias increíbles.