Con los años, suele pasar que los brazos
pierden fuerza
y las ilusiones como los sueños
se van escapando
por las rendijas del viento
para buscar
en la fuerza de otros brazos
el fuego abrasador de la pasión perdida.
Se pierden las ganas de comerse el mundo
y buscas en el calor de una caricia
las fuerzas necesarias para seguir viviendo
sin caer rendido
en la mirada de ojos negros de la muerte.
Con los años los pasos se vuelven torpes
y las ganas de luchar
se esconden en cada arruga de la piel
aflorando
los miedos que todo humano
tenemos cuando se va acercando el ocaso.