Desde esta fría mesa de trabajo
un pensamiento por mi mente pasa
que te recuerda a ti de arriba abajo
y me hace desear tu ardiente masa.
Con mis recuerdos liberados en el viento
y en mi mano un destornillador estriado
sobre el bruñido banco polvoriento
garrapateo su sonoro nombre amado.
Transformando voy el ronquido de motores
en agradables y románticas canciones
para evocar tus zonas inferiores
que estimulen mi mente con muchas emociones.
Ojeando al soslayo a mis costados
para evitar a mi jefe furibundo
me imagino a los dos bien abrazados
tal cual abordamos este mundo.
Pero que tonto es esto lo que pienso
si en el taller estoy, cosa no puedo,
distinta del trabajo hacer, ¡ que menso !
que trabajar y sudar con gran denuedo.
Porque así la circunstancia obliga
hay que sacrificar nuestros deseos
para poder llenar nuestra barriga.