EL \"HOMBRE MAYORÍA\"
Hoy quiero rendir homenaje al \"Hombre Mayoría\";
a los que tienen buena intención (yo lo supondría);
a los \"carne de cañón\", a los que somos \"utilizados\",
que pecamos de ser tristemente \"desmemoriados\".
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A los que creen o suponen que se las saben todas,
a los que opinan afirmando lo que está de moda,
a los que afirman con vehemencia lo que escuchan,
a los que se adjudican los éxitos por los que luchan,
pero que fracasan siempre, por eternos perdedores,
ya que acostumbran a \"jugar\" con malos ganadores
-personajes taimados, groseros, tramposos y ladinos-,
los políticos corruptos que se hacen pasar por adivinos.
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Así nos imaginamos, con genios de lámparas liberados,
que todos nuestros deseos serán satisfechos, esperanzados,
y viviendo vanas ilusiones -como traicionados ciudadanos-
luchando por trofeos, traicionando a nuestros hermanos.
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Y en causas heroicas, en crudas luchas sin cuarteles,
peleando por sobrevivir en la calle, en los burdeles,
en sus frías oficinas o en sus empleos más diversos,
o en puestos de esclavos o en castigados universos,
el \"Hombre Mayoría\" se imagina el actor principal
de una historia en que se supone es una pieza vital,
opinando, amenazando, criticando, como si supiera
que este loco mundo no cambiaría ¡si él no estuviera!
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Pasamos, así, toda nuestra vida, en amargas soledades,
en nuestros rincones o con amigos o en sucias sociedades,
esclavizando nuestros votos, creyendo ideales propuestas
de mamarrachos que compran resultados de sus encuestas.
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Y discutimos, clamando venganzas por incumplidas promesas,
recordamos viejos archivos, hacemos memorias en sobremesas;
por antiguas discordias y odios nos pasamos cuentas pendientes,
¡y nos peleamos, amigos y hermanos, con rencores intransigentes!
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Mientras, los que realmente disfrutan, al gobernar, de sus beneficios,
se ríen a nuestras espaldas, por no darnos cuenta de sus maleficios,
formando alianzas que, nosotros, pobres tristes crédulos notables,
ni siquiera imaginamos qué pudieron acordar, ¡estos miserables!
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Pero, seguiremos creyendo nuestras tontas y falsas ilusiones,
suponiendo que -algún día- lograremos nuestras pretensiones,
luchando por patrias y banderas, por líderes de países o iglesias,
confiando en discursos, en actos de gobiernos y en promesas necias.
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Eduardo Faucheux
30-07-2017