Cuando caigan las palabras.
Cuando caiga en ruinas la rutina.
Cuando quede sin terciopelo de caricias.
Cuando el arte se confunda y no es pavada.
Cuando tenga tanto que confunda
la abundancia en las ausencias.
Cuando ya no queden consignas
entre las coincidencias.
Una triste pobreza de besos.
Una gran carcajada acumulada.
Cuando se esconda entre la riqueza de la vida
la tristeza de aquí y solo acumule
lo que de costado venga:
Aullará mi corazón aunque el sol
se canse de arrimar tibieza;
aunque tenga el N° ganador,
buscaré entre las solitarias paredes de la ciudad
un augurio de nuevos dioses complacientes...
y sin cargas, ni cargos, ni conciencia
en un eco me retumben
palabras demoradas desde mucho
como cielo derrumbando su paciencia.