Renacera mi brasa en la ceniza mojada, para alumbrar las noches picadas de olvido.
Pasara la peregrina y me dara de beber, ese licor que embriaga de amores finos;
Pasara el contocino de un cuerpo virginal y sutil, de piel de leche y labios enbellesidos de rubí labrado.
Un día la muerte y la vida, se uniran para traer dicha, a ella a mi lado.
De tantas mujeres en la reunión celestial, tomare a la que logre caminar conmigo en la mangata,
Quien sepa, morder los labios de paleta y eché a un lado este deseó que hoy me mata.
Esa dicha de un ansioso forcejeo, entre dos lumbres rojas, que logre matarme.
Quiero el sentimiento de la mujer triste, firme y de brazos de cuerda que logre a mi enamorarme.