La amé, pero salí lastimado. Es hermosa, con una sonrisa fuera de lo común, deslumbrante cuan estrella, de sus suaves labios salen poesías incomprendidas de corazones rotos. Es peligrosa cuan lobo hambriento. Valiente y arriesgada. Su cara de ilusa no muestra lo que su corazón siente. Apasionada a su mejor pasatiempo, herir a los hombres que tratan de conquistarla con simples palabras llenas de cinismo, vacías por falta de sentimiento verdadero. Inconforme y ambiciosa. Ella es algo irrepetible. Yo, en ese entonces con no vasta información de sus sentimientos, descubrí lo fantástica, maravillosa, despiadada e inicua que puede llegar a ser una mujer herida. Así señores, descubrí por qué las rosas tienen espinas.