Arenosos atardeceres.
Tus ojos mineral
tu piel la misma desolación de la niebla
Se enredaba en los nidos de los ecos.
Se desnudaba en los insomnios de las lluvias.
Poseía la memoria de los espejos.
Senderos, cabelleras, miel
el resto es mi sueño
atado a los silenciosos bambúes.