Mecida en el junco de una sonrisa
conocí una tarde el hambre
traía cachetes salpicados de inocencia
y unas opacas pupilas que con temor asomaban
Quise adivinar esa sonrisa en un futuro
y el frío del pavor sacudió mis pasos
una sanguinolenta sombra
se cernía sobre lo que adiviné un chacal;
un diluvio de cicatrices
caen desde su frente y faz
Le vi bregar
por sobre el mísero filo de la oportunidad
y con la garra del instinto tomar
lo que primero fue voluntad,
para con el tiempo volverse una necesidad
Llegó con vacilante paso
hasta cruzar su camino con el mío
y alzando meses de mugre
guareciendo lo que adiviné una mano
me dijo en un mezzosoprano
-me da una limosna señor