Sabes que en mí la zafra es cotidiana,
que siego cada día los maduros:
teniéndolos a todos por seguros
reviso el sonetal por la mañana.
Escojo los de ornato y filigrana,
termino por granar los prematuros;
palomos que al volar, sus pechos puros
me irisen del alféizar, la ventana.
Los doto de aire y viento para el vuelo,
-el Olimpo, la pléyade helenita-,
de pompa, ceremonia y de boato.
Al lado de su boca y de su cielo,
mi musa diariamente me concita
y acudo apresurado, con Erato.
Deogracias González