Dile a tus estrellas que esta noche mis ojos no son cielo,
que si buscan nido
en las calles hay miles de vacuos iris negros.
Anda, cuéntales por qué tendrán su brillo en cueros,
aunque la voz por viles recuerdos se te anude
y penares de palabras y acciones te quiten fuero.
Ánimo, que de la verdad el dolor es pasajero,
más castigo tener incandescentes soles
apilados entre los labios y dedos,
sin saber santo y seña del hogar
que ahora se les va sin rumbo o paradero.
¿Verdad, cariño, que pesa tanto el firmamento
cuando el cielo que lo tiene sostenido
se te va corriendo, de imprevisto,
en un suspiro sin aliento?