No debería pensar en nada,
es un día hermoso para mí;
penden los frutos del árbol.
No debería importarme nada,
me ilumina el sol, no tan lejano;
tus manos me toman la cara.
No debería haber soñado nunca
diminuto un río que nos separa,
un segundo de vida nada más.
No debería haber dudado,
sopla un aleteo en el aire;
quizá sea este el paraíso.
Y tu nombre me suena puro
y el árbol hamaca sus ramas
y no pasará nada, nada más.