Quedándome sin amigos la vida voy llevando
sin saber yo hasta cuando el final de mi camino.
Solo alegra mi destino los nietos que me van dando
aunque se hagan mayores según van cumpliendo años.
Alegrías y sinsabores todos muy llenos de amores
me van rodeando el día alumbrando como soles.
Cada mañana despierto y le voy dando un beso
floreciéndo en mi alma la vida que no merezco.
Y disfrutar de ellos quiero que para mí, es lo primero
creyéndome soy un niño aunque me duelan los huesos.
Que son pocos los momentos que ya me quedan con ellos
y debo de aprovecharlos antes de apagar mi cuerpo.
Y por si acaso fracaso en este anhelado intento
no me marcharé contento si ante no les doy un beso.
Quisiera yo despedirme sin que se pongan enojados
pues no sería del agrado de este triste y pobre viejo.
Que para recuerdos quiero, lo guarden en un joyero
el poema que más quiero.
Siendo todo mi tesoro escrito en letras de oro
que a mis nietos les entrego.
Cuando sepan lo que he sido y el tesoro que les dejo
todos mis nietos dirán:
¡Muy buen abuelo tuvimos!
¡Qué le seguimos queriendo!
Menesteo
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