Cuando Cristo fue crucificado,
demostró al mundo entero,
que el ser humano
no puede ser sacrificado,
aunque si reivindicado.
El martirio que sufrió,
demostró que el desafuero,
es esclavitud y pecado,
por siempre rechazado.
Por eso, los tiranos,
estén donde estén,
deben ser execrados,
de la tierra y el edén.