Con las primeras luces del alba los dos caminamos lentos y tomado de nuestras manos hacia la estación, corría un aire fresco que nuestra cara iba acariciando, nuestras manos se iban apretando mientras nuestras caras se iluminaban con los primeros rayos de sol en esa mañana de primavera.
Al llegar a la estación aún era muy temprano tu tren partiría a las 8:10 ya estaba estacionado en la vía número cuatro con destino a la estación de Sants en Barcelona, nos sentamos para desayunar y nuestras miradas hablaban en silencio.
Atrás se quedaban esos maravillosos días y noches donde los dos disfrutamos con cariño y pasión, los paseos por las mañanas por el parque, por las plazas, esos olores a jazmines y azahares se mezclaban con tu dulce perfume y la alegría de tu cara.
Esas románticas y llenas de leyendas cuando pasamos por las estrechas calles de la judería y el barrio de Santa Cruz, en casa plaza que nos sentábamos, siempre había unos abrazos y besos que nos aliviaba nuestra sed de amor, las noches eran largas y frescas, no nos cansamos de andar ni de besarnos por el camino, hasta en una de las puertas de la catedral dos dimos un besos que nos separó las campanas del reloj.
Nuestros paseos por el río y cruzamos el puente de Triana para cenas en la calle Betis pescaito frito y cerveza fresca en una terraza junto al río, todos esos recuerdo se nos nublo al oír por los altavoces. (Próxima salida con destino a la estación de Sants Barcelona en el andén número cuatro), nos levantamos y te acompañe al andén, nos despedimos con abrazos y besos, tus ojos estaban iluminados por las pequeñas lágrimas que tu impedía salir, pero brillaban con la luz del sol.
El tren partió y me quede sentado hasta perderlo de vista, los dos nos quedamos con esos dulces y gratos recuerdos que volveremos a repetir, porque todo fue muy encantador y las cosas bellas y hermosas jamás se olvidan durando toda la eternidad.
© José Cascales Muñoz
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4 de Agosto 2017