Fétida carne carcomida
ardiendo de podredumbre,
surgen de las llagas larvas
melancólicas en demasía,
se arrastran por los poros,
por el numen de las costras
del paraíso oculto en la muerte.
Lloran las almas la perdida
de la amiga que fue suprimida
del ánfora del cosmos infinito,
que fue arrojada al olvido
donde se arroja lo no querido.
Se transforma en polvo
el cuerpo inerte,
vuela en el viento sideral
a través de las grietas del mundo,
a través del desasosiego del mundo.
No queda huella del ánima,
nada en lo físico visible,
nada en lo espiritual invisible,
nada en lo recóndito del universo,
nada que cubra el dolor
en el poema, ni en el verso.