Son de los que aprendes a relativizar,
a olvidar , a desconectar, a ser tu mismo,
por escasos momentos sin vender o aparentar,
con los que sueles tener vínculos históricos de compañerismo.
Son los que a lo largo de la vida pueden aparecer o desaparecer,
pero lo que es seguro si hay verdadera amistad,
alguno de los dos se esforzará por recuperar, por reverdecer,
el flujo espiritual sino puede ser físico por distancia espacial.
Son los que te perdonan o perdonas,
los que rememoras momentos o conversaciones,
los que tienen buenos sentimientos de almas fraternas,
y te respetan y huyen de murmuraciones.
Son de los que aprendes a reírte de ti mismo,
de tus inseguridades y defectos,
a tener visiones diferentes de idénticos hechos,
y te sorprenden positivamente por su generosidad y altruismo.