Haya arriba en las montañas
donde se esconde la noche,
se encuentra Pedro el cuatrero,
escondiendosé de la justicia
por haber robado un ganado ajeno.
Su madre preocupada, se la pasaba el día
pensando en su hijo querido,
rogandolé a Dios que su niño
no vuelva con una bala en el pecho
por el delito que había cometido.
Fueron pasando los días, las noches,
las horas se hacían eterna
para la pobre vieja que esperaba
desconsolada tras la ventana,
para calmar su pena que le amargaba.
Corrían los años, su marido,
dormía en un descanso eterno,
se sentía sola, hechavá de menos el mate
y a su hijo que le servía mientras
le contaba algún cuento,
de sus andanzas, cuando de la casa se perdía.
La vieja poco a poco, fue perdiendo cordura
esperando ancíosa de volver a ver a su hijo
para dormir tranquila, e irse,
a los brazos de su marido.
Al hombre, le dierón, varios años de carcél,
al tiempo después de haber salido
fue a dejar a su madre al cementerio
sin antes, avérle prometido
y bajo un manto de lagrimá
olvidarse de ser un cuetreró.