Sigiloso un sueño cada penumbra
en nuestra agreste isla anclada y desierta,
una copla despierta y alumbra:
un fleco fechado así despierta...
Tu voz en el castillo vislumbra:
una cascada de flores inerte,
voluptuosas palabras ardientes
que dejen ya no rastros ausentes.
Amonarse entre labios de oro
escarpado recuerdo en ti resguardo.
Al fin que el tiempo adulzora
en papiros de tus manos reclama:
mil ilusiones al final te imploro
para terminar en el baúl y dardo
con tu voz y sonrisa que aún
dañan y curan mi sentido común.