Adolescencia vivida entre rebeldía y silencio
tiempo de dulces amores, ternura de aquel momento
debutando los sentidos, explorando los secretos
embriaguez en la mirada, asombro del primer beso.
Era amar con toda el alma, latir en un solo pecho
perfume sobre la piel, un jardín recién abierto
aliento encendiendo el rostro con el rubor más intenso
piel ardiendo en la caricia de unos dedos inexpertos
besos aun no programados; besos tan dulces, intensos.
Entre páginas rosadas, empolvados sentimientos
pálidas letras talladas en corazones de fuego
huella grana dibujada sobre sábanas de lienzo
magia, momento de entrega que enmarcaron largos sueños.
Hoy entre cintas azules, fotografías y cuadernos
un pañuelo perfumado, que enjugo nuestro hasta luego
cuando el río de la vida nos fue llevando tan lejos
cuerpo que guarda la esencia de otro cuerpo en el recuerdo.
Beso que marcha y regresa, en la fragancia de un verso
que nació para quedarse, dentro del alma latiendo
como vuelo de paloma en corazón prisionero
beso de vida y de muerte, catador de cada beso.