Y sin mediar palabras, aquella noche de verano nos tomamos de las manos, paseamos por las estrechas y legendarias calles del barrio Santa Cruz, solo nos alumbraban unos distantes faroles que lucían las calles y pequeñas plazas, de vez en cuando nos parábamos, nos miramos y nos besamos.
Era una noche mágica por el encanto de Sevilla, ese que siempre tiene guardado y que por las noches se los muestras a sus visitantes hasta embriagárlos con su pasión, dejamos por unos momentos la judería y nos adentramos hacia la catedral para más tarde llegar al río cruzar el famoso puente de Triana y comer ese pescaito frito en la calle Betis acompañado con una cerveza bien fresquita.
Pasaron los días y las noches y te marchaste con nostalgia de volver otra vez para seguir paseando por esta ciudad que te lleno de encanto y dulzura, sé que aun recuerdas esas noches y te llevaste el aroma de la ciudad, sus jardines sus azahares y jazmines, siempre esperaré tu regreso.
Pintura de María José Barrera Garrido - Calle Judería (Sevilla)
© José Cascales Muñoz
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4 de Agosto 2016