Cuando del gallo escapa su ronquido,
de sus juegos acordándose;
de mi amada dormida a mi lado,
sus labios sueltos invitan a besarla,
dejando mi pluma de garabatear poemas
me aferro a su cuerpo,
me junto por tachuelas aseguradas.
Su cuello de marfil labrado,
sus pestañas levantadas penetran mis venas,
su sufrida frente ofreciendo mucho vigor.
¡Cielo mío!
Con su carita ausente
manchada de nubes
con arreboles pincelados
¡linda criatura!
de huesos andantes,
cuantas veces te vi oscurecer,
también amanecer;
desparramando fulgor
y amor hasta los extremos de mi vista.
Dormida a mi lado,
tu fémina figura invita dibujarla,
tus pies desnudos
parecen escucharme,
se mueven al compás
de los latidos
de mi sufrido corazón.
Tus labios musitan mi nombre.
Nos encontramos en un perdido vergel:
jugamos, corremos, reímos,
derramamos alegres lágrimas,
de cara al firmamento.
Nos inundamos de caricias,
por otros mundos
trotar nos vamos.
Llegamos a un río de aguas cristalinas
enjugo tus lágrimas,
tus mejillas encantadoras.
Nuestras almas se sumergen
trasponiendo la realidad humana;
en su espejo nos miramos
es la fotografía que por siempre
hablará de nuestro amor.
¡Dormida a mi lado
estarás siempre¡