El fuego, el hierro, cálido en dolencia,
gritaron en la piel sin honda herida.
El sol nos hizo herida en la demencia,
y las manos araron tierra y vida.
Las bestias, todas, bufan mi clemencia,
y en tus oídos nace historia hendida.
Destierros y asteroides en latencia
cantando vida y muerte ya vivida.
Duerme en tus ojos este orgasmo frágil
como si fuese el primer ser del mundo
que duerme claras voces sin murmullo.
El ocaso previno amor tan ágil;
presto previene Dios, y mientras hundo
mi simiente invernal en tu hondo arrullo.
Poeta y escritor: Edmundo Vélez Alcívar
Guayaquil - Ecuador
Derechos reservados del autor.
Pd: si por casualidad caen en mis letras, sean tan amables de escuchar la declamación del poema en el link de youtube.