Al igual que el toreo
es cruel pero entretenido,
por todos inocentemente sufrido
y culturalmente por todos compartido;
preferimos hablar desde la barrera
ya que para capotear de frente las ansias
se requieren los buenos atributos
de la demencia orquestal y senil,
en compensación afilamos la lengua
resguardamos los miedos en los de dientes
con envidia adultera y pura
cultivamos solidariamente los rumores
transportamos las murmuraciones
por las calles ortopédicas de los castores
entre los pliegues de los acordeones
ocultos en los bramidos de la bohemia
bajo las alas piratas de las gaviotas
sobre los camarotes risueños del brócoli
en medio de los calamares del camposanto;
chismeamos de generación en generación
pero no agotemos todo el resentimiento,
elegimos la roñosa calumnia
que conquistar la rigurosa verdad
o encarar la razón de nuestras discrepancias;
hay enredos que enredan maquinaciones
cuentos enmarañando patrañas
secreteos camuflados e infinitos
comidillas y cartílagos paras las viejillas
cuchicheos de carruajes para las comadres
taburetes y parachoques para los alcahuetes
y tijeras y perfumes para las casamenteras;
hay vecindario sumamente peligrosos
ventanas y cortinas que atentas miran
paredes que olfatean y puertas que ladran;
la boca es el hacha semántica
y el prójimo la carne para la venta,
deforma los simples actos y agranda los pecados
acusan al desprevenido cornudo
vomitándole venenos sobre la honra,
son gente virulenta y sin oficio
que prostituyen la palabra,
que cansados de andar por andar
quieren malograr también
todos los caminos posibles.
JOHN WILLMER