Si mis manos fuesen alas
para llevarte en cielos diáfanos
si mi boca dijera del amor
de ese deseo amanecido
en mil horizontes
con enloquecidos pájaros
luchando en tu mirar.
Qué podría yo llevar
en ese vuelo triunfal
que conmueva
que lleve a la felicidad.
Podría poblar de nubes blancas
ese cielo testigo de mi penar.
Querría adornar tu cuerpo
con los infinitos brillos del mar.
Debería abrazarte
perder mis manos entre los cabellos
y besarte sediento.
¡Hay amor!
Tantos deseos he de llevar
que los cielos del día
no serán suficientes
y buscaré la noche más oscura
donde verás las estrellas lucir
infinitamente celosas
de tu propio brillar.
Mío, solo mío
en una noche oscura
dónde te pueda amar.